Traslasierra cuenta la historia de Martín, que vuelve junto a su novia a la casa de su padre en las Sierras para encontrar algunas respuestas a sus dudas existenciales. La salud de su padre, una amiga de la infancia y el futuro de su relación con su pareja confluyen para profundizar y tal vez aclarar las angustias del protagonista.
La película no tiene ni la identidad estética o narrativa de los films independientes más interesantes ni tampoco la efectividad profesional de las películas más clásicas. No es una experiencia cinematográfica original ni tampoco un entretenimiento que genere simpatía y emoción. Hay infinitos films que no cumplen con estas dos formas de cine, pero cuando no se está con ninguna de las opciones y no se logra llegar al objetivo, el resultado es pobre y sin gracia.
Los actores tampoco producen identificación ni empatía con sus personajes y varias resoluciones terminan siendo insuficientes y bastante fallidas. Diálogos que no suenan auténticos, las situaciones cotidianas no son creíbles, el naturalismo cuando falla resulta particularmente absurdo. Traslasierra no encuentra nunca el tono o el camino para convertirse en una película que llame la atención o aporte algo novedoso.