Tratamiento real es la prueba de que no existe filtro de calidad alguno en Netflix. Ya no hablamos de películas buenas o malas, sino de aquellas cuya calidad está por debajo de lo aceptable. Siendo Netflix el servicio de streaming más exitoso del mundo, no parece importarles demasiado, al menos por ahora. Pero en esa línea en algún momento se pueden encontrar con una pared. Mientras esto no ocurra, basta con que el espectador desconfíe profundamente de productos como estos. Parecen malos, se ven malos desde lejos, pero cuando uno pierda noventa minutos de su mirándolos comprueba de que realmente lo son. Son películas que jamás toleraríamos en cine ni hubiéramos alquilado en un videoclub.
Isabella (Laura Marano) tiene una peluquería en Nueva York y trata de mantener a flote su negocio junto a las mujeres italianas de su familia y sus amigas. El azar hace que la terminen llamando de urgencia para cortarle el pelo a Thomas (Mena Massoud), el príncipe heredero de Lavania, un país imposible inventado para la película. Izzy tiene un corazón de oro y es la persona más buena del planeta. Cuando va al hotel a realizar el corte de cabello se pelea con el príncipe y se va, pero él queda fascinado con la sinceridad no temerosa de ella, algo que él en su mundo protegido no había conocido.
Thomas está a punto de casarse con la hija de un millonario empresario texano y la boda se realizará en la mencionada nación de Lavania. Contratan entonces a Izzy y sus dos amigas, que viajan hasta allá para la boda. Obviamente la joven de corazón noble cuestionará absolutamente todo alrededor del joven de la nobleza. La catarata de previsibles lugares comunes no se hace esperar. No solo del tonto guión, sino de puesta en escena, montaje y banda de sonido. Aunque nada, pero nada, se compara con el elenco dulzón de segunda categoría que hace sonrojar a los films navideños de Hallmark.
Hay toda una subtrama social voluntarista y simplona que no falla por ser eso, sino porque se atraganta con los mencionados clichés. La historia del cine tiene peores cosas, pero lo que cuesta es entender porque esta clase de productos deben convivir con películas de verdad. Aun cuando en Netflix esto sea normal, para los que aman el cine no debería serlo.