Tu casa o la mía (Your Place or Mine, Estados Unidos, 2023) es otra agradable invitación a bajar el nivel de exigencia del cine y los géneros cinematográficos. Conformarse con esta comedia romántica de protagonistas cuarentones es resignarse a que ya no hay chances de hacer películas que valgan la pena. Los protagonistas son dos actores de probado carisma, la talentosa Reese Witherspoon y el a veces gracioso Ashton Kutcher.
Debbie y Peter son los mejores amigos. Luego de un lejano y breve encuentro romántico en el pasado, ella sigue viviendo en Los Ángeles y él vive en Nueva York. Son las dos personas más opuestas que existen, no sólo por la geografía, sino por la clase de vida que llevan. O al menos eso es lo que parece en la superficie. Luego de que nos repitan mil veces que son los mejores amigos, una vuelta de guión hace que Debbie deba viajar a Nueva York y Peter ofrece ir a Los Ángeles a cuidar al hijo de ella. Cada uno queda viviendo en el lugar donde vive el otro. ¡Son los dos lugares más opuestos posibles, como ellos! Para cuando la rutina se apoderó del guión, la película no ha logrado llegar a su primer tercio.
La pantalla dividida para mostrar las diferencias, los personajes secundarios excéntricos y graciosos, los descubrimientos que lo cambiarán todo, las fórmulas que en la comedia romántica se repiten al infinito y que son mucho más difíciles de manejar de lo que muchos creen. Tu casa o la mía tiene la osadía de remitir a muchos clásicos y si alguno de todos los espectadores de Netflix ha visto aunque sea uno de ellos, inmediatamente recordará como alguien hizo bien este tipo de largometrajes en el pasado.
Ni los diálogos son brillantes ni las situaciones son graciosas. Incluso el esfuerzo de mantener separada a la pareja al estilo Sintonía de amor es tolerable en este contexto. Básicamente porque la incomparable guionista y directora Nora Ephron sabía como hacer para que nos metiéramos en la trama y no en los recursos. Y se blindaba, además, realizando una crítica a la comedia romántica dentro de la comedia romántica. Ephron practicaba un revisionismo de una complejidad e inteligencia que parecen de otro planeta comparados con la mediocridad de Tu casa o la mía.
Tan pobre es el guión de la película que se necesitan media docena de carteles al final para darle un cierre a un grupo de personajes que no nos importan. Ya, terminen la película y saquen los carteles, queremos seguir con nuestras vidas y olvidar que vimos este largometraje lo más rápido posible. Los protagonistas están para más, el género está para más y si no hay una buena opción actual entonces hay que volver a algún exponente de la comedia romántica anterior. Hacerlo rápido, para no resignarse a estas nuevas películas sin alma.