La cuarta película de las ocho en las que el realizador Frank Tashlin dirigió a Jerry Lewis. Tú, mi conejo y yo (The Geisha Boy, 1958) posee todo el humor absurdo y surrealista propio de los films de animación que el director realizó a lo largo de su carrera. Frank Tashlin fue uno de los grandes realizadores de comedia de la historia del cine, pero además se podría decir que fue el maestro de Jerry Lewis en camino a la dirección de sus propias películas. Tashlin comenzó a trabajar con Lewis cuando este formaba dúo con Dean Martin. Dirigió a los actores en Artistas y Modelos (Artists & Models, 1955) y Entre la espada y la pared (Hollywood or Bust, 1956) sus películas más arriesgadas y originales. No fue casualidad entonces que Jerry Lewis lo adoptara como su director favorito después de que los integrantes del dúo tomaran caminos separados. La primera que hicieron en ese momento fue Papá soy yo (Rock-a-Bye Baby, 1958), brillante remake de la obra maestra de Preston Sturges El milagro de Morgan Creek (The Miracle of Morgan´s Creek, 1943). La siguiente fue The Geisha Boy.
Jerry Lewis interpreta a Gilbert “The Great” Wooley, un mago fracasado cuya única virtud es tener un conejo llamado Harry, capaz de hacer las cosas más insólitas sin explicación lógica alguna. Apenas nos presentan a los personajes, Wooley se olvida al conejo en el techo del taxi que lo ha llevado al aeropuerto. Desconsolado al ver alejarse el auto a toda velocidad, descubre de golpe que Harry está parado junto a su caja de magia esperándolo. Así será toda la película. Wooley viaja a Japón a entretener a las tropas norteamericanas que están allí. Lo hace porque no tiene otra opción. La artista principal es una diva venida a menos llamada Lola Livingston (Marie McDonald) que sufre por las torpezas de Wooley todo tipo de contratiempos en el vuelo y en el arribo a Japón. Pero los papelones del infortunado mago le causarán gracia a un pequeño huérfano japonés llamado Mitsuo Watanabe (Robert Hirano) que acompaña a su tía traductora, Kimi Sikita (Nobu McCarthy). El niño había vuelto a reír luego de un largo período de silencio por la pérdida de sus padres. La conexión entre el niño, su tía y Wooley será instantánea.
Con esta premisa la película suma una imparable cantidad de gags vinculados con las diferencias culturales entre Estados Unidos y Japón, pero siempre con una tendencia a valorar y admirar la cultura japonesa, en lo que posiblemente sea el espíritu político de aquel momento. Jerry Lewis aprovecha al máximo cada situación y Frank Tashlin ejecuta de manera brillante los más ambiciosos y originales gags visuales. El conejo Harry está en el centro de varias escenas clave, tomando sol, bajando varios pisos por una baranda al huir del gran Ichiyama (Ryuzo Demura) o en el gaga más impresionante de toda la película cuando la caída del gigantesco jugador de beisbol japonés en una pileta produce la inundación de una calle completa, arrastrando todo a su paso, incluyendo a Harry y a Wooley. Con no poca sutileza, el dúo Wooley y Harry recuerda la disparidad creativa entre Dean Martin y Jerry, y la secreta dualidad de los siguientes films de Jerry Lewis tanto con Frank Tashlin como los que él mismo dirigió. El hombre fuerte y masculino humillado se repetirá en, por ejemplo, El terror de las chicas (The Ladies Man, 1961) dirigida, escrita, producida y protagonizada por Jerry Lewis.
Si bien The Geisha Boy es una de las comedias más graciosas de la historia del cine, es un elemento a destacar la gran carga dramática que tiene. Desde la presentación del niño huérfano en adelante, la película tiene un par de momentos particularmente fuertes. La sargento norteamericana Pearson (Suzanne Pleshette en su primer rol de cine) que se enamora de Wooley y observa con resignación y melancolía como este no se fija en ella, sino en Kimi, es un personaje particularmente triste. Sin embargo, la escena en la que Wooley intenta deshacerse de Mitsuo Watanabe en el aeropuerto para poder –muy a su pesar- separarse de él, sin duda figurará entre las escenas que más lágrimas debe haber provocado entre los niños de todo el planeta. Es un escena cruel para los personajes, pero muy emocionante para los espectadores. Como dato curioso, Mitsuo Watanabe era el nombre del hijo del personaje principal de la película Vivir (Ikiru, 1952) de Akira Kurosawa. Teniendo en cuenta otras citas cinéfilas que la película tiene, es posible que no se trate de una casualidad.
The Geisha Boy es la confirmación de dos talentos superlativos: El actor y productor Jerry Lewis y el director Frank Tashlin. Cuando Jerry se dirija a sí mismo, quedará en claro quien ha sido uno de sus máximos referentes. Cuando Tashlin dirija a otros actores, por momentos se extrañará un delirante a la altura de Lewis. Esta comedia es uno de sus puntos más altos juntos. Una obra maestra que solía pasarse casi semanalmente en la televisión y que hoy ha quedado un poco relegada. Buen momento para redescubrirla.