El mundo conoció realmente al mundo de los amish cuando el maestro Peter Weir dirigió la obra maestra Testigo en peligro (Witness, 1985). Aún hoy, cuando aparece un amish en el cine, la película protagonizada por Harrison Ford viene a la memoria. Dura la comparación, porque ninguna, hasta la fecha, ha podido salir airosa en la comparación. Pero claro, las comedias no compiten en la misma categoría y quedan liberadas de la disputa. Kingpin (1996) y En la riqueza y en la pobreza (1997) son dos ejemplos bien distintos de comedias ambientadas en esas comunidades. También Violent Saturday (1955) un impactante policial con Victor Mature, tenía una historia vinculada también con los amish. La lista ha crecido desde 1985 hasta ahora y hasta la serie Martillo Hammer tuvo un episodio paródico dedicado al tema. Así que si aparece Netflix una película llamada Un amish en Berlín (Rumspringa – Ein Amish in Berlin, Alemania, 2022) no hay que desperdiciar la chance de ver como se hace una vez más una ficción con un amish.
Jacob (Jonas Holdenrieder) viaja desde su comunidad amish en Estados Unidos a la ciudad de Berlín, para contactar familiares y completar su árbol genealógico. Se trata de un film de iniciación y a la vez una comedia con algunos toques dramáticos. Los hipsters de la ciudad terminan cruzándose con él y, por motivos distintos, aceptando y disfrutando muchas de sus ideas. Pero Jacob también descubrirá las tentaciones del mundo de “los ingleses”, es decir de los que no son amish. Los chistes son tan previsibles y obvios como uno pueda imaginar pero la película tiene algunas ideas interesantes sobre la amistad, la pareja, el deseo y también el disfrute de la vida. No es solemne ni baja línea, más bien es amable y hasta tierna con todos los personajes. Pero lejos está de ser una gran película.