Vidriera

Un completo desconocido

De: James Mangold

No es ningún misterio que las películas biográficas, un género en auge de un tiempo a esta parte, tienen que lidiar con dos cosas a la vez: los espectadores que conocen al personaje central y los que no. En el caso de los músicos, estos biopics conllevan más problemas, porque deben también luchar con un registro pormenorizado de su arte y un público amigo y a la vez enemigo que es el de los fans del artista. El legendario músico, cantante y compositor Bob Dylan es uno de los casos más interesantes para cualquier director que quiera hacer una buena película. El atrevido realizador que intenta acercarse al personaje es James Mangold, polifacético realizador de estilo clásico que entre sus muchos grandes títulos tiene una biografía cinematográfica de June Carter y Johnny Cash, Johnny & June (Walk the Line, 2008).

No puedo saber cómo se relaciona con la película alguien que no tiene idea de quién es Bob Dylan. Tampoco sé porque tendría ganas de ir al cine alguien que no lo conoce. ¿Qué estuvo haciendo los últimos sesenta años? Sí sé que mi imagen de Bob Dylan fue siempre la de alguien admirable lleno de comprobable talento pero, muy a mi pesar, sin conexión emocional alguna conmigo como receptor de su obra. Algo opaco, distante, que nunca logró despertar en mi pasión alguna. Ese pesar me acompañó durante mucho tiempo, pero no logró opacar su presencia en Pat Garrett & Billy the Kid (1974) el extraordinario western de Sam Peckinpah dónde no sólo actuaba sino que además lo tenía en la banda de sonido cantando Golpeando a las puertas del cielo. Nunca entendí, hasta hace poco, que pasaba por su cabeza cuando grabó con otras estrellas el video solidario We Are the World. En un documental sobre esa grabación, finalmente comprendí que no era enojo, sino timidez e incluso inseguridad lo que tenía. Vi a Bob Dylan en vivo hace muchos años atrás en un recital en Obras Sanitarias. Subió con su guitarra, cantó mirando para abajo, dijo un par de palabras y se fue. Los expertos decían que había sido brillante, yo me quedé con la sensación de haber visto a la leyenda pero no de disfrutarla correctamente. Nunca, obviamente, pensé que era un problema de Bob Dylan, por supuesto. Hasta que hace unos días vi Un completo desconocido (A Complete Unknown, Estados Unidos, 2024) y de pronto sentí que me había encontrado con la pieza que hacía funcionar al sistema.

La película comienza en 1961, Bob Dylan llega hasta la ciudad de Nueva York buscando conocer a su ídolo musical, Woody Guthrie (Scoot McNairy), que está muriendo lentamente a causa de la enfermedad neurodegenerativa. Al llegar al hospital Guthrie está junto a su amigo cercano Pete Seeger (Edward Norton). Dylan, un completo desconocido en ese momento, interpreta una canción que escribió para Guthrie, ambos músicos folk se quedan impresionados por el talento del joven. La escena no podría ser más perfecta.  Armada de forma tan impecable para la película, consigue que los que conocen y no conocen a Bob Dylan, entiendan de su humildad, su talento, su bondad y su osadía también al cantarle a su ídolo una canción dedicada a él. James Mangold necesitaba ese inicio para conectarnos con Dylan y lo ejecutó de forma magistral. Luego vendrá todo el proceso de crecimiento del cantautor, donde su vida personal y su ascenso a la fama funcionarán como lo hacen casi siempre, así en la vida como en las películas. James Mangold y el guionista Jay Cocks consiguieron colocar todas las reglas del cine clásico para mostrar una pequeña revolución dentro de otra gran revolución.

Aunque Bob Dylan era ovacionado por cantar The Times They Are a-Changin’, cuando él cambió o evolucionó, no quisieran aceptarlo aquellos que en el Newport Folk Festival lo aplaudían de pie. El incidente, una vez más, fue aumentado con fines dramáticos para la película. Convirtiéndolo en un momento de suspenso, drama y dilemas morales varios. La relación con Joan Báez (Mónica Bárbaro), quien no logra ser tan carismática como la del protagonista, y el cambio que aportaron a la música contrasta con Pete Seeger, quien en su arte biempensante, noble y artesanal, decidió elegir un rumbo sin cambios en su vida. Una vez más, todo ajustado con fines dramáticos. Pero tal vez el personaje más hermoso sea el de Sylvie Russo (Elle Fanning, insólitamente postergada en los premios, tal vez porque su personaje no es una estrella). Russo está basado en Suze Rotolo, pero fue el propio Bob Dylan quién pidió que no se use el verdadero nombre. Sylvie, enamorada, observa como Bob Dylan se le va de las manos, como también se le va a Pete Seeger y al público de Newport. Cada escena con Fanning tiene un corazón extra que conmueve.

Pero si acaso la película nos explica finalmente quién es Bob Dylan, con su forma de pensar y de actuar, además de su talento, es con el protagonista que termina de producirse el milagro. Nada más lejos de ser un actor que me guste, Timothée Chalamet es un buen recordatorio de que cada película es un mundo. Decidido a dejarlo todo en Un completo desconocido él no sólo nos presenta un Bob Dylan imposible de no querer, sino que en el camino él mismo se vuelve querible. Se nota más su actuación en la segunda mitad de la película, pero para entonces su tarea está hecha. Exhaustivo en la composición, pero sin perder humanidad, Chalamet renueva su crédito por muchos años más. Lo mismo para James Mangold y su maestría por convertir a Bob Dylan en un personaje perfecto para cualquier espectador. La banda de sonido, un éxito imprescindible tras otro, interpretado por los actores de la película, increíblemente. Y la escena final completa el círculo iniciado en la escena del arranque. Rebeldías y cambios aparte, Dylan visita una vez más a Woody Guthrie, a modo de despedida. Los tiempos estaban cambiando y seguirían cambiando. Hubo muchos Bob Dylan a lo largo de los años, como expresó en un raro biopic del músico Todd Haynes unos años atrás. El Bob Dylan de James Mangold es cinematográficamente perfecto, lo que al fin de cuentas es lo único que debería importarle a los que amamos el cine. El género muchas veces se olvida de eso, pero esta es una hermosa excepción a la regla. La mejor forma de entrar al mundo de Bob Dylan es con esta gran película.