Peliculas

Un detective suelto en Hollywood: Axel F.

De: Mark Molloy

La nostalgia (del griego clásico νόστος [nóstos], «regreso», y ἄλγος [álgos], «dolor»)​ es un sentimiento de tristeza mezclado con placer y afecto cuando una persona piensa en tiempos considerados felices del pasado,​ también descrita como un sentimiento de anhelo por un momento, situación o acontecimiento pasado. Un detective suelto en Hollywood: Axel F. (2024) es uno de los muchos ejemplos de cine nostálgico y regreso a personajes y franquicias exitosas y queridas de las décadas anteriores, principalmente de la década del ochenta. La nostalgia es parte del cine, pero ahora estos regresos tardíos permiten explotar un poco más un producto famoso con sus protagonistas originales. Tal vez la extensión de la esperanza de vida en el mundo permita que esto ocurra. Muchos de los grandes éxitos de taquilla de los 40, los 50 y los 60 hubieran sido recuperados con sus personajes y actores originales si estos hubieran sobrevivido  varias décadas luego del furor inicial. Aunque este no es un fenómeno exclusivamente americano, sin duda es esta cinematografía la que ha creado mayor cantidad de títulos famosos que permiten este recuerdo vigente y este reencuentro crepuscular. 

Los espectadores de Un detective suelto en Hollywood (Beverly Hills Cop, 1984), dirigida por Martin Brest y protagonizada por Eddie Murphy, superan los cincuenta años de edad, y aunque algunos han descubierto al personaje de Axel Foley de forma tardía, está claro que no es una película para niños. En aquel momento el taquillazo de esta comedia policial trascendió fronteras e incluso logró romper la barrera invisible que le impedía a los films protagonizados por actores negros tener una distribución internacional equivalente a la de Estados Unidos. Eddie Murphy brillaba en el que posiblemente sea el mejor papel de su vida. Con larga experiencia como comediante, este fue su gran protagónico, el que lo tuvo como estrella exclusiva con luz propia. Sí, tuvo dos secuelas, una parecida a la primera y la otra un juego tonto pero muy cinéfilo. Ahora, muchos años más tarde, regresa para alimentar la nostalgia, el sentimiento más fuerte que parece definir a la Generación X una vez alejada de su juventud. 

Nostalgia por la nostalgia misma, sin justificación alguna para volver sobre Axel Foley y sus compañeros de andanzas. El placer de la cosa segura, recordada, el retorno al hogar, a los momentos felices. El mundo cambia y los espectadores de los ochentas se encuentran hoy con un mundo con otras reglas y con películas mucho menos desafiantes que aquellas con las que se criaron. Esos adolescentes que llenaban la salas para ver a Eddie Murphy cuando el VHS todavía era para pocos, ahora son adultos con familia y no es raro que el protagonista vuelva a las andadas y sea su hija la compañera de esta nueva historia en Beverly Hills. Padre e hija se han alejado y ella es una valiente abogada defensora que se encuentra en problemas. El costado emotivo del largometraje es completamente anticlimático, como puede imaginarse, pero al mismo tiempo aporta algo de tensión y drama.

Aparecen varios personajes de la película original, incluyendo a los incomparables John Taggart (John Ashton) y Billy Rosewood (Judge Reinhold), así como también el esperado regreso de Serge (Bronson Pinchot), uno de los mejores personajes originales. El villano lo interpreta Kevin Bacon, sí, otra estrella ochentosa y hay algunos cameos más, bien al estilo del cine nostálgico. El gran colega para las escenas de acción está interpretado por Joseph Gordon-Lewitt, una buena elección de casting, ideal para funcionar sin opacar a la estrella. Para Eddie Murphy no parecen haber pasado cuarenta años y aunque el personaje ya no tiene la energía desbordante de antes, no ha perdido algunas de sus cualidades. Lejos del original, pero con la mayor dignidad posible, la película divierte pero no deja de ser de interés exclusivo para los nostálgicos, aquellos que entienden el lugar que ocupó la película en la historia. A eso hay que sumarle la nostalgia por una época donde el cine americano no vivía bajo el reino de terror de la corrección política. Es hora de mirar hacia adelante y buscar cosas nuevas.