Un experto en diversión (Ferris Bueller’s Day Off en el original y Día de pinta en Netflix) es una película norteamericana de 1986 escrita y dirigida por John Hughes y protagonizada por Matthew Broderick, Alan Ruck y Mia Sara. Esta información la pueden encontrar en cualquier lado, claro. Y aunque este clásico del cine de los ochenta ha tenido desde su estreno una enorme popularidad, lo que no van a encontrar en todos lados es una reivindicación que la ubique en el lugar que le corresponde: El de obra maestra del cine. Sí, porque a pesar de su simpática ligereza y su tono desprejuiciado, la película de John Hughes es de una contundencia y coherencia que solo tienen las grandes obras del cine. Una mirada del mundo tan clara y focalizada que la ubica en espacio de obra iluminada, donde todos los elementos se conjugan y dan un resultado definitivo, perfecto, absoluto.
Ferris Bueller (Matthew Broderick) es un joven de 17 años que finge estar enfermo para tomarse un día libre para vivirlo al máximo en la ciudad de Chicago junto a su mejor amigo, Cameron (Alan Ruck) y su novia, Sloane (Mia Sara). Ferris aprovecha la confianza que sus padres tienen en su honestidad para preparar un día de diversión perfecto. Es su última vez antes de la graduación. El plan está armado al detalle, pero debe evitar que su hermana Janie (Jennifer Grey) no lo delate y en particular conseguir engañar al director de su escuela, Rooney (Jeffrey Jones), que está dispuesto a todo para descubrirlo haciendo trampa.
Un experto en diversión es un film acerca de la libertad. Como muchos otros títulos a lo largo de la historia del cine, la película narra el final de una edad en la vida de las personas. El final de la secundaria y el comienzo de una vida adulta, llena de compromisos. No sabemos a dónde irán los tres protagonistas de la historia el siguiente año. Es decir, no tenemos la certeza. Pero de lo que sí estamos seguros es de que quieren pasar el mejor día posible, juntos, como si fuera el último en el cual realmente pudieran aprovechar su libertad. Tal vez sea así. No hay una nube negra visible en el horizonte de Ferris, pero se adivinan muchos conflictos en puerta que son anunciados en la película.
“La vida se mueve rápidamente, si no pará y mirás alrededor de tanto en tanto, te la podés perder” dice Ferris Bueller mirando a cámara y rompiendo la cuarta pared desde el comienzo. La película increpa al espectador, le dice en la cara cuál es la filosofía del largometraje y lo sostendrá a lo largo de toda la película. Ferries, Sloane y Cameron irán a comer al restaurante más refinado, verán un partido de los Cubs, participarán de un desfile, manejarán la Ferrari clásica del padre de Cameron, irán al museo, pero por encima de todo reforzarán la idea de que hay que vivir el día. Deportes, comida, autos, arte, música, todo lo que hace que la vida sea más bella. También se divertirán escapando y viviendo una aventura para toda la vida. A pesar de las angustias de Cameron (la teoría más alocada del mundo dice que Cameron imagina a Ferris y que a través de su figura se rebela contra todo) el día se va volviendo cada vez más perfecto. Aprovechan la jornada, literalmente.
En paralelo vemos dos historias más. La de la hermana, que dice odiar a Ferris, pero poco a poco irá descubriendo que lo que le molesta es que la forma de vivir que él tiene ella no se anima a vivirla. En la película sabemos que las calificaciones que él tiene son bastantes altas, su problema va más allá de eso. La escuela es retratada de manera despiadada. Las tomas de los alumnos sufriendo las clases son contundentes. Eso contrasta con los protagonistas aprendiendo en el museo, en las calles, en la experiencia de ese día de libertad. Y la otra historia, muy importante en la trama, es la del director de la escuela, cuya obsesión con la libertad y la brillantez de Ferris le produce una furia de carácter personal. Su deseo de capturarlo lo lleva a cometer toda clase de locuras que siempre le terminan jugando en contra. Es el sistema tratando de coartar la libertad del individuo y fracasando, al menos por un día. Ahí radica gran parte del encanto de la película. Los individuos le ganan al sistema.
Hay mucho más en la película. Los empleados del estacionamiento son un espejo de los protagonistas. No lo vemos, pero viven también su día de fiesta cuando nadie los ve. Es una buena movida del guión no dejar en una sola clase social la filosofía de la película. También hay un énfasis no destructivo en lo que cuenta. Para lograr más público tal vez, pero también como un tono más blanco, los protagonistas no toman drogas, ni alcohol. El único joven que se acerca a ese tema es el que conoce la hermana de Ferris en la comisaría y lo interpreta Charlie Sheen. El espíritu libre de los protagonistas no se vuelve nunca vandálico, ni revolucionario tampoco. No más, en todo caso, que vivir una jornada de libertad en un mundo donde eso está mal visto. El triunfo de Ferris es total y al mirar a cámara todo el tiempo la película generosamente lo comparte con nosotros. Nos invita, no empuja hacia ese espíritu libre que hoy parece completamente lejano en el cine comercial. Un experto en diversión es una película luminosa, carece de maldad. Los que buscan coartar la libertad no logran su objetivo y los que buscan el día perfecto lo encuentran. Una de las películas más felices que se hayan hecho jamás.