Un príncipe en Nueva York (1988) es la conjunción de dos talentos en su esplendor: El actor Eddie Murphy y el director John Landis. Aunque el éxito siguió acompañando durante varios más a Murphy, esta es una de sus comedias más logradas, con mayor precisión y más graciosas de su carrera. En cuanto a Landis, supuso un rescate luego de la tragedia de Al filo de la realidad (1983) y un par de comedias que no tuvieron la repercusión que tuvieron sus primeros films y sí tendría este título. Aunque la relación entre ambos fue mala en este segundo trabajo juntos (el primero fue la excelente De mendigo a millonario en 1983) se volverían a encontrar para Beverly Hills Cop 3 en 1994.
Akeem (Eddie Murphy) es el príncipe del reino de Zamunda, en África. Lleva una vida de lujos extremos y no hay nada que haga por sí solo, para todo tiene sirvientes. Al cumplir 21 años la tradición indica que se le debe concertar un matrimonio. Akeem tiene dudas y les pide a sus padres (James Earl Jones y Madge Sinclair) que le permitan hacer un viaje a una ciudad al azar (sí, será Nueva York) para encontrar a una mujer que lo quiera por lo que él es y no por ser un príncipe heredero y a la vez alguien que él también elija por amor.
Para asegurarse de que Akeem esté protegido en Nueva York, el rey hace que su ayudante Semmi (Arsenio Hall) lo acompañe. Creen que el hecho de que un barrio se llame Queens es una buena señal y deciden instalarse en la parte más pobre del barrio. Akeen disfruta todo, incluso los insultos de los vecinos, pero Semmi extraña los lujos del reino. Ambos consiguen trabajo en un local de McDowell, un local de comidas rápidas que compite con McDonalds y cuyo dueño, Cleo (John Amos) tiene dos hijas Lisa (Shari Headley) y Patrice McDowell (Allison Dean). También conocer a un grupo de viejos atorrantes en la barbería del barrio, casi todos ellos interpretados por Eddie Murphy y Arsenio Hall.
Coming to America tiene al dúo principal de comediantes en un tono brillante. No hay escena en la que Murphy y Hall no estén graciosos. El guión coescrito por Eddie Murphy incluye todos los chistes posibles sobre la vida en Queens, pero también una despiadada crítica a los negros convertidos en nuevos ricos que desprecian a los de otras clases sociales. Y Murphy, quien comienza a disfrutar del interpretar varios papeles, se da el lujo de interpretar a un anciano judío blanco de Nueva York, una respuesta inteligente a los años de blackfaced en la industria del entretenimiento. Un adelantado sin tanta bajada de línea, siempre al servicio del humor.
Hay algunos cameos, como el del director Tobe Hooper y, repitiendo su rol de mendigo a millonario, Don Ameche y Ralph Bellamy como los hermanos Duke. También aparecen el debutante Cuba Gooding Jr. y un todavía no famoso Samuel L. Jackson.
Coming to America es la representación perfecta de la comedia de la década del ochenta, tanto en sus actores como en su realizador. Sin correcciones políticas, lanzados a divertir y hacer reír siempre, aun cuando los dardos hacia la cultura negra y las clases sociales se haga presente en muchos gags. Pura diversión sin tantos problemas.