Cine Argentino

Una casa sin cortinas

De: Julián Troksberg

Una casa sin cortinas es un documental centrado en la figura de María Estela Martínez de Perón, más conocida Isabel Perón o simplemente Isabelita. La primera mujer presidente de Argentina y el continente vive en Madrid desde hace décadas. Estuvo presa cinco años y aunque ha regresado de su exilio algunas veces, desde hace más de veinte años que no da entrevistas.

La película no la entrevista tampoco, aunque lo intenta de forma algo sencilla y sin esfuerzo el realizador. Pero aparecen muchos testimonios que hablan sobre ella. Algunos son interesantes, otros no tienen importancia alguna y son una perdida de tiempo y algún otro nos muestra personajes curiosos que no tienen tanto para aportar pero son divertidos.

Los mejores momentos son los que la película muestra y no profundiza, tal vez en el misterio o en el pasar rápido está su encanto. No hay demasiada complejidad ni análisis político, aunque tal sin buscarlo la película expone un puñado de personajes antiguos, abandonados por el tiempo, pero reflejo fiel de un país sin destino. El volver una y otra vez sobre la catastrófica historia del peronismo sin hacerse cargo del desastre es un género que ya aburre e irrita. El cine argentino sigue sin animarse.

Tal vez la película es demasiado sutil o tal vez busca un distanciamiento que no resulta atractivo. Burócratas, personajes trastornados, empleados estatales, abogados apolillados, una troupe decadente que no sabe, salvo alguna excepción, porque las cosas son como son. La casa museo destruida, abandonada, la muestra cabal de un país del tercer mundo que dice una cosa pero hace otra. Y sí, varios momentos que muestran el cambalache violento y sin salida que atrapó a la Argentina.

Los más curioso del film es la necrofilia de Isabelita, como una versión de Rebecca más siniestra, y lo más divertido es la estatua del Chapa Suñé, que no es el tema de la película. Y finalmente una reflexión que no se dice pero se infiere: la certeza de que el exilio es la mejor forma de alejarse de toda la locura de este país.