Cine Clasico

Una chica al rojo vivo

De: Gene Wilder

Una chica al rojo vivo (The Woman in Red, Estados Unidos, 1984) es la cuarta película dirigida por el actor Gene Wilder y el éxito más grande de su carrera como realizador. Wilder tenía en ese momento una trayectoria definitiva como comediante por haber trabajado junto a Mel Brooks en varios de sus clásicos, así como haber compartido cartel con otro gigante de la comedia, Richard Pryor. Otros grandes títulos, entre los que se destaca Willy Wonka y la fábrica de chocolate (1971) forjaron su enorme trayectoria. Pero es difícil creer que pudiera calcular hasta qué punto esta se convertiría en una de las más famosas de sus películas. Además de dirigir y escribir, Gene Wilder también dirigió esta comedia cuyo impacto cultural terminó siendo mayor de lo esperado.

Una chica al rojo vivo es una remake del film francés Un elefante con una trompa enorme (Un éléphant ça trompe énormément, 1976) de Yves Robert, protagonizada por Jean Rochefort y con Anny Duperey como la chica del vestido rojo que deslumbra al protagonista. En la versión americana, la joven es interpretada por Kelly LeBrock, y su figura es más impactante en la versión francesa, a punto de ser el título de la película. Y aunque es una remake que respeta casi por completo la totalidad del guión francés, ambas películas parecen tener un tono y un ritmo distintos. Prácticamente todas las escenas claves están, por lo que las pequeñas diferencias son lo que nos invita a pensar en que quiso contar Gene Wilder y que supo hacer para generar ese furor de taquilla absoluto.

Teddy Pierce (Gene Wilder) es un publicista que lleva una vida de matrimonio y familia completamente estable. Va al trabajo en lo que aparenta ser su rutina desde hace tiempo. Estando en el estacionamiento una bella mujer con un llamativo vestido rojo (Kelly LeBrock) pasa caminando por encima de una rejilla de ventilación y su vestido se levanta por completo, dejando ver su ropa interior, también roja. Pudorosamente, Teddy sonríe al ver la escena y se dispone a tomar su maletín. Pero entonces la joven, llamada Charlotte, regresa sobre sus pasos y realiza un breve pero sensual baile, disfrutando de su vestido elevado y el aire por su cuerpo. En ese momento Teddy queda completamente flechado y se obsesiona con la idea de tener un romance con ella.

Se trata de una comedia de enredos muy al estilo francés, pero adecuada al gusto norteamericano. Teddy y sus tres amigos, Buddy (Charles Grodin), Joe (Joseph Bologna) y Jocko (Michael Huddleston) son cómplices de bromas pesadas y a su modo representan el estilo masculino no extenso de machismo de esos años, aunque poco a poco se empiezan a asomar cuestionamientos acerca de eso, incluyendo el engañador abandonado por su mujer y el hecho de que uno de ellos se sabe finalmente que es gay. Un desengaño amoroso homosexual en una comedia de los ochentas era un poco de novedad y el tema es tratado con el mismo tono agridulce del resto. Charles Grodin, por supuesto, se luce como siempre en ese exacto estilo tan cercano a él.

Pero dos cosas, además del talento de Wilder, terminan generando el éxito de la película a punto de convertirla en un clásico. La primera es Kelly LeBrock. La joven modelo convertida en actriz tiene una fotogenia a prueba de balas y una belleza que atraviesa la pantalla. Wilder lo sabe y lo explota muchísimo más que la película francesa. La obsesión se siente en cada escena. Incluso lo más famoso de Una chica al rojo vivo es la escena en la que LeBrook es presentada haciendo lo mismo que hizo Marilyn Monroe en La comezón del séptimo año (The Seven Year Itch, 1957) de Billy Wilder. Es decir uno de los momentos más conocidos de toda la historia del cine mundial, incluso para quienes no vieron La comezón del séptimo año, se convirtió en una de las imágenes más emblemáticas de la década del ochenta de forma instantánea. Mérito del director, mérito del guionista, pero por encima de todo por el atractivo cinematográfico de la actriz. El resto es historia.

Y muchos de los que no han visto Una chica al rojo vivo recuerdan sus canciones, en particular Sólo llamé para decirte que te amo (I Just Called to Say I Love You) escrita, producida e interpretada por Stevie Wonder. El compositor y cantante ayudó mucho a la película con este hit número uno en varios países y a su vez estar en la película le permitió ganar muchos premios, incluyendo un Globo de Oro y un Oscar a la mejor canción. De hecho la película, que tuvo críticas divididas, tuvo en esta canción la única categoría que logró obtener premios o incluso nominaciones.

La taquilla fue grande pero a diferencia de la película francesa de 1976, Una chica al rojo vivo no tuvo una secuela, algo que en los ochentas comenzó a ser una moda, no sólo con las franquicias, sino también con las comedias. Y el éxito empujó aún más la tendencia de hacer remakes de películas francesas. Con menos de noventa minutos de duración logró convertirse en un clásico cuya canción sigue siendo uno de los temas más importantes de la década del ochenta.