Peliculas

UNA MUJER PARTIDA EN DOS

De: Claude Chabrol

UNA EVA Y DOS ADANES

“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”
Lord Acton

La anterior película de Claude Chabrol se llamaba La comedia del poder, y aunque Una mujer partida en dos no esté directamente vinculada con ella, sí podría decirse que es una película sobre el poder, pero no en tono de comedia (tómese con delicadeza el término comedia al hablar de Chabrol), sino de tragedia, aunque con toques de humor. Tampoco es una película sobre el poder político -aunque podría interpretarse que también lo es- sino sobre el poder en las relaciones humanas. El poder dentro de una familia, el poder entre amigos, el poder en la pareja. Gabrielle Deneige, la protagonista del film, quien le da además el título, es una joven que resulta atractiva a todos los hombres a su alrededor y que, con seguridad y debido también a su talento para manipular, consigue pronto abandonar su puesto de pronosticadora del tiempo en televisión para poder seguir su carrera de ascensos. En su vida aparecen, al mismo tiempo, dos hombres. El exitoso y veterano escritor Charles Denis y el joven heredero de una fortuna Paul Gaudens. Ambos representantes de dos tipos distintos de burguesía, el escritor, a la burguesía intelectual, el joven, a la alta burguesía, ambos pelean por estar con ella, representante -según declaró el propio Chabrol- de la burguesía televisiva. En ese aspecto se podría hacer una lectura social, con la mirada siempre corrosiva del realizador. Sin embargo, el centro del film trabaja en torno a los vínculos de poder que se construyen entre cada uno de sus personajes. El escritor, oscuro, malhumorado, vive en su casa lujosa con una esposa que tolera todas sus aventuras, y tiene una editora, amiga de la pareja, que a su vez parece ser una vieja amante. Cuando Charles descubre a Gabrielle, la toma como un premio y pelea por ella, entonces consigue lo que ninguno de todos los hombres que la persiguen ha logrado. Ella, por primera vez, abandona el lugar astuto y manipulador que le permitía ascender y disfrutar de la vida. Y con inocencia, acepta el juego de Charles, le entrega todo el poder y él la sumerge desde el comienzo en una maraña perversa, que no sólo incluye lo sexual, sino todos los aspectos de un vínculo humano. Paul, por el contrario, es un heredero rico que no trabaja, que posee una probada inestabilidad emocional y que fluctúa entre lo afeminado, lo infantil o lo peligroso. Sus movimientos son más anunciados, su juego es más obvio. Charles, por el contrario, es un jugador más sabio, más hipócrita, mucho más cínico. Al desencanto de las burguesías que muestra el director, hay que sumarle el rol siniestro que ocupan las madres de Gabrielle y Paul, que en ausencia de los padres de ambos, ofician de protectoras y “entregadoras”, con el mismo nivel de perversidad con el que actuaban las madres en los films de Alfred Hitchcock, el mayor referente cinematográfico del director francés. Y Chabrol toma del realizador inglés aquella frase de “devolver al asesinato a su espacio natural: el hogar”, porque en Una mujer partida en dos, como en La dama de honor, La flor del mal, La ceremonia y muchos films anteriores, es el ámbito de las pasiones y las relaciones las que llevan al crimen, no los negocios o los crímenes profesionales. En ese ámbito tan descreído que el director crea, sólo dos actos sinceros se despliegan en el film, y ambos son llevados adelante por Gabrielle. El primero de ellos es la alegría auténtica que despliega luego de tener sexo con Charles -quien responde de forma asquerosa y oscura, como es él-; el segundo, el decir la verdad en el juicio por el asesinato de Charles, salvando a -en ese momento ya su marido- Paul y a su familia, quienes inmediatamente le dan la espalda y la echan. Así, en ese universo siniestro de la burguesía, las virtudes son un defecto, y en el juego del poder pierde siempre quien actúa con autenticidad. El director sin embargo se queda con Gabrielle, la única sobreviviente del triángulo -uno está muerto, el otro está en la cárcel- que saluda al público con una sonrisa, presentando de nuevo su máscara. Pero los espectadores del film sabemos que llora y que, aun en su derrota, hay en ella un corazón que ninguno de los otros personajes ha sido capaz de entregar.