VUELO RÁPIDO
Una noche en el museo 2 es, por supuesto, una secuela de Una noche en el museo. En aquel film, un hombre recuperaba su confianza cuando el destino lo cruzaba con un museo (el Museo de Ciencias Naturales de New York) que guardaba un secreto: todo cobraba vida durante las noches. Sin analizar las infinitas contradicciones que escondía la lógica de la trama, la simple idea era tan divertida y apasionante que la película se hacía querer con sus grandes chistes y su sorprendente despliegue de personajes. Ahora, aquel hombre, que ya ha recuperado su confianza, tiene una empresa a través de la cual vende sus inventos, tiene fama y dinero. Y por supuesto, ya no trabaja en el museo. Su universo es urgente, televisivo, alienado, superficial. La historia, las ideas, la lealtad, la aventura, todo quedó atrás. Sin embargo, no duda ni un instante en volver a eso cuando sus amigos del museo se encuentran en problemas en otro museo, esta vez, nada menos que el Smithsoniano (el título original del film es: Night at the Museum: Battle of the Smithsonian). La aceleración del relato provoca que no haya crecimiento dramático en el comienzo del film. Todo pasa tan rápido que tampoco hay tiempo para lamentarse por esto, aunque es la primera pista que nos indica los límites del film. Ya en el museo Smithsoniano, la sensación que tenemos es que presenciaremos un film mucho más divertido y asombroso que el anterior, pero no pasa de ser una promesa. Algunos personajes son muy irrelevantes, algunos están desaprovechados y otros están definitivamente mal. Todas las palmas se las lleva Amelia Earheart (Amy Adams, brillante). La pionera de la aviación es aquí una delirante, sexy, atrevida y simpática heroína salida de una screwball comedy, más cercana a Carole Lombard o Katharine Hepburn que a un personaje del cine contemporáneo. Ella tiene algo que el resto del film casi ignora: sorprende al espectador y genera interés. Sus escenas son las mejores. Aun con sus límites, igual hay que decir que la película es muy divertida, y sus falencias quedan expuestas cuando llegamos al final de la historia y descubrimos la excesiva cantidad del relato que transcurre en un solo espacio (con todo lo que prometía la película al comienzo es una decepción) y que, en definitiva, el gran conflicto del film no es tal. Claro que el protagonista aprende algo nuevo, pero aunque no es un mal mensaje, es poco lo que hace el film para mantener ese conflicto, que menciona al comienzo y recupera recién al final. Un último apunte merece la ideología que sobrevuela el film, con un Lincoln que cobra vida y piensa que los buenos tiempos están por venir, un General Custer visto desde el revisionismo, en oposición a una inteligente Sacajawea, una Amelia Earheart, heroína feminista, y la posibilidad final de que en la nueva era todos se unan para llegar al triunfo. Pero tal vez Una noche en el museo 2 no resista un análisis ideológico más profundo, así como tampoco, uno cinematográfico. Y sin embargo, con la ayuda de los museos y la historia, la película sostiene un ritmo eficaz y es entretenida de punta a punta.