Una voz contra el poder (Percy, 2020) es una película canadiense protagoniza por Christopher Walken, Roberta Maxwell, Zach Braff y Christina Ricci. Está basada en la historia real del agricultor Percy Schmeiser(Christopher Walken) y su esposa Louise (Roberta Maxwell) dueños de un campo durante varias generaciones que un día reciben una demanda legal por parte de la empresa Monsanto bajo la acusación de infracción de patentes y derechos de autor por parte del gigante de la agroindustria Monsanto. El conglomerado tiene pruebas de que un gen resistente a pesticidas específico que se encuentra en su marca particular de semillas, que los agricultores necesitan contratos específicos para cultivar, se ha encontrado ilegalmente en los cultivos de Percy. Percy nunca ha usado productos Monsanto en su vida, prefiriendo apegarse a una técnica de ahorro de semillas que no le ha hecho perder una cosecha en cincuenta años. Si las semillas terminaron plantadas en sus campos, deben haber llegado allí a través de tormentas y vientos que las llevaron desde las propiedades vecinas, algo que es simplemente una parte natural de la agricultura.
El gran Christopher Walken deja de lado su costado excéntrico y se pone al frente de esta película con un gran elenco y con una sobria economía de recursos. No hay vueltas de tuerca ni desviaciones para postergar el conflicto. Todo se explica de forma rápida y muy concreta. Un estilo algo fuera de moda y vale la pena destacar y agradecer. Una clásica historia de David contra Goliath cuyo desenlace no comentaros aquí. Aunque se basa en hechos reales no es un caso tan conocido y vale la pena seguir la trama con inocencia. La película puede que no sea una obra cumbre, pero realmente no cae en ninguno de los lugares comunes estéticos del cine contemporáneo. Esquivar esa tentación es un mérito en sí mismo, más allá de que el centro de la trama sea el comentario sobre la empresas gigantes versus los pequeños agricultores.