Velvet Buzzsaw es una sátira sobre el mundo del arte filmada con lujo y un elenco espectacular. Con un tono grotesco intencional y con varias sorpresas en la trama que mantienen el interés y la curiosidad, pero tampoco una obra muy sofisticada y profunda. Lo que sí aprovecha es un espacio tan rico para el humor y el disparate como es el mundo del arte. La película arranca en el Art Basel de Miami, donde el implacable crítico de arte Morf Vandewalt (Jake Gyllenhaal) comparte opiniones sobre las obras que allí aparecen. Sus amigos y conocidos trabajan en el mundo del arte, muchos buscando como hacer dinero, otros tratando de averiguar cuál será el próximo artista que emerja. Una pelea de poder con arte de por medio.
Una amiga y amante de Morf, Josephine (Zawe Ashton), vuelve de Miami a Los Ángeles y en su edificio descubre que un anciano vecino ha muerto. No tiene parientes y todo lo que hay en el lugar en el que vivía debe tirarse a la basura. Pero para sorpresa de Josephine el lugar está lleno de obras extraordinarias. Se contacta con Morf y empieza la locura por este supuesto artista desconocido. Sus obras empiezan a cotizar, los críticos y los artistas enloquecen. Pero algo siniestro hay en las pinturas, al parecer algo maligno habita en ellas. No tardarán en ocurrir hechos siniestros y sangrientos. A Jake Gyllenhaal lo acompañan Rene Russo, Toni Collette y John Malkovich.
Está claro que la película es una sátira sobre el mundo del arte. Qué los chistes fáciles consigue hacerlos sin problemas y que tiene más problemas cuando busca decir algo más relevante. Tiene varios detalles ingeniosos y el lado más ridículo de la trama es, curiosamente, el que mejor funciona. De la sátira al terror, sin escalas, cambiando el tono, con muchos problemas, pero con más aciertos al final que al comienzo, lo que deja una sensación positiva a pesar de todas sus limitaciones, en particular para los amantes del cine de terror.