Le Voyage dans la Lune es un film francés de 1902 producido, escrito y dirigido Georges Méliès, quien también, como solía hacerlo, actúa en el film. La duración de esta película es de alrededor de 15 minutos, variando según la copia y los cuadros por segundo. Está basado en las novelas de Jules Verne De la Tierra a la Luna (1865) y Alrededor de la Luna (1870) de las que toma, por supuesto, no todos los elementos debido a la duración de la narración y la frenética imaginación de Georges Méliès. Aunque pocos los recuerdan, la novela de H.G. Wells Los primeros hombres en la Luna (1901) es fuente de inspiración para la historia.
En el año 2010 se restauró una copia que recupera el coloreado cuadro a cuadro que el propio Georges Méliès realizó en su momento. Esta no solo está coloreada sino que no posee narración alguna o intertítulo, tan solo las imágenes que son bastante claras en sí misma. A diferencia de las mayorías de las versiones que circularon a lo largo de la historia esta versión completa incluye el desfile del final, algo mucho menos veces visto que el resto de la historia.
Sin duda se trata de uno de los films más importantes de la historia del cine mundial, no solo por la fecha de realización sino por la cantidad de elementos de naturaleza puramente cinematográfica que posee. A pesar de que para el año 1902 el lenguaje del cine todavía estaba en sus comienzos, acá Georges Méliès desarrolla varias ideas visuales y narrativas que hacen de este título tal vez el mejor de su carrera. Teniendo en cuenta que hizo más de quinientos films y la mayoría se ha perdido, no hay certeza acerca de si es o no su mejor título. Pero sin esa comparación igual se trata de una película fuera de serie, un clásico total.
La película arranca con un grupo de científicos discutiendo y con uno de ellos, el profesor Barbenfouillis (el mismo Méliès) intentando convencer a sus colegas para que formen parte de un equipo de exploración que va a la Luna. Una vez que estos aceptan, la expedición se pone en marcha, y los científicos viajan en una nave espacial con destino a la luna. Todo ocurre a mucha velocidad mediante perfectas elipsis que nos lanzan de una escena importante a otra. La nave es lanzada por un cañón y la nave es como un cohete. Como se verá varias veces en los escasos quince minutos de película, muchas de las cosas que ocurren tendrán semejanzas con la verdadera carrera espacial décadas más tarde.
El momento más recordado y famoso del film ocurre cuando aparece la Luna con rostro humano y en uno de sus ojos se clava la nave con los aventureros. No solo es una escena de una belleza y sentido del humor asombrosos, sino que además es de un atrevimiento poético sin precedentes ni equivalentes posteriores. La trama sigue como si nada, confirmando la osadía del momento. Otros momentos de enorme belleza se suceden durante el breve viaje.
Entonces aparecen los selenitas y se producen enfrentamientos con los viajeros. Los habitantes de la Luna explotan en una pequeña nube de humo cuando los golpean. Aun así los científicos son atrapados y llevados con su líder. Luego de eliminarlo escapan y huyen hacia la nave. Todos llegan a entrar, menos el profesor Barbenfouillis, que sigue luchando. Al llegar a la nave la empuja por un precipicio y eso permite que vuelva a la Tierra. El profesor se agarra a una soga y vuelve con la nave. Un selenita también viaja con ellos y es convertido en prisionero al llegar.
La nave cae en el agua, donde flota, y es rescatada. Todos son recibidos como héroes. Reciben medallas, se hace un desfile en su honor y se descubre una gran estatua para recordar tan enorme empresa. En menos de quince minutos Georges Méliès realiza una de las obras claves no solo de la ciencia ficción, sino de todo el cine mundial.
Aunque el film está narrado en pocas escenas y siempre en plano general, hay un par de esas escenas donde ya se percibe un trabajo de profundidad de campo que marcará el futuro del lenguaje del cine. No hay primeros planos y aunque el cine luego fue en otra dirección, la forma de narrar de Georges Méliès hoy sería considerada objeto de culto en los festivales de cine. Varios maestros renunciaron, a lo largo de la historia, del uso de planos cercanos.
Belleza, magia, humor, fluidez narrativa e imaginación, todos elementos que aparecen aquí en una combinación particularmente inspirada y brillante. Georges Méliès, maestro del cine, hoy está más vivo que nunca y su obra maestra que ya tiene casi ciento veinte años tiene más frescura y riesgo que la mayor parte del cine posterior.