Es curioso como funciona la memoria de los espectadores. Las películas son recordadas de forma parcial, por breves escenas, dejando de lado su contenido, sus temas, su tono general. Hay muchos ejemplos y Zorba, el griego es uno de ellos. Así como Anita Ekberg en la Fontana de Trevi dice poco sobre La dolce vita, el baile final de Zorba y Basil dura un par de minutos y viene después de las tres escenas más impactantes y desoladoras de la película.
Zorba, el griego (1964) es una coproducción entre Grecia y Estados Unidos, dirigida por Michael Cacoyannis, basada en el libro Vida y aventuras de Alexis Zorbas del escritor griego Nikos Kazantzakis, publicada en 1946. Está distribuida por 20th Century Fox y producida por Michael Cacoyannis y Anthony Quinn, el protagonista del film.
Basil (Alan Bates) es un escritor británico-griego criado en el Reino Unido que llega al puerto de El Pireo de Atenas en Grecia continental para tomar un barco a Creta. En medio de la lluvia, aparece Zorba (Anthony Quinn) un primitivo y simpático campesino y músico del lugar. Basil explica a Zorba que se dirige a una aldea rural de Creta, donde su padre es dueño de unas tierras, con la intención de reabrir una mina de lignito y tal vez curar su bloqueo como escritor. Zorba convence a Basil de ir juntos, prometiéndole ayuda para su proyecto y ser su conexión con esa sociedad que el escritor no conoce.
La película muestra un pueblo primitivo, atado a las costumbres patriarcales más extremas. Hundidos en la pobreza, con la esperanza de que la llegada de Basil cambie algo. En el lugar se destaca una mujer francesa llamada Madame Hortense (Lila Kedrova) en su pequeño hotel. Hortense es una prostituta veterana que quedó allí después de la guerra. Sueña una vida de glamour en medio de la desolación del lugar.
En el pueblo hay otra mujer que se destaca. “La viuda” (Irene Papas), quien es hostigada por los pobladores por no haberse vuelto a casar. Es joven y bella y un muchacho local está perdidamente enamorado de ella. De forma esperable, Basil y ella tendrán una atracción que irá creciendo poco a poco. Estas dos mujeres y la búsqueda de progreso encarnada en la figura del extranjero ayudado por Zorba son los conflictos principales del film y dar pie a las tres enormes y terribles escenas previas al baile final.
El estreno de la película provocó un furor. Si bien Anthony Quinn era una gran estrella con una enorme trayectoria previa, esta película sería la más recordada de toda su carrera. Aunque había nacido en Chihuahua, México, su nombre quedó asociado a la cultura griega para siempre. En 1978 hizo un film llamado El magnate griego, donde interpretó el personaje de un millonario inspirado en Aristóteles Onassis. Y en 1988 trabajó en Onassis: el hombre más rico del mundo haciendo el papel de Sócrates Onassis, el padre de Aristóteles. Una vez más: el poder del cine.
Claro que Grecia no puede ofenderse por este mexicano convertido en el griego más famoso de la historia del cine. El baile, una mezcla de estilos, se convirtió en un emblema de ese país y los turistas del mundo busca emularlo. Ha sido citado en infinidad de películas, programas de televisión y aun en el siglo XXI se siguió llevando la historia al teatro, incluso en Argentina, donde la película fue todo un éxito. En el 2020 el director danés Thomas Vinterberg declaró que el baile final de la película Druk se inspiró en el film de 1964.
El director y el actor no se llevaron bien en el rodaje por la tendencia -conocida- a la sobreactuación de Anthony Quinn. Actualmente nadie puede decir que se equivocó. Más que una actuación exagerada es la interpretación de un personaje cuya característica es la sobreactuación. Basta ver las escenas más dramáticas para ver que ese fue el plan de Quinn, interpretar a un histrión.
Trágica y angustiante, la historia es demoledora. Las dos actrices tuvieron su momento de mayor fama también en este film, donde cada una tiene su espacio de lucimiento en las escenas finales. La intensidad de la película se desata poco a poco en un cuádruple clímax nada clásico. Pero en mitad de la película Zorba, cuyo nombre significa “aquel que vive cada día”, le había contado a Basil su mirada de la existencia y el significado del baile. Es el anuncio del famoso final. Ambos hombres bailan el Sirtaki, la danza creada por Giorgos Provias para la película. La música de Mikis Theodorakis fue el toque maestro final. Solo un par de minutos que volvieron a la película inmortal.